La anécdota
“En el año 2000 tuve que dejar mi trabajo y volver al Bar de mis padres para ayudarles, por un problema familiar.
Un buen día, entraron un grupo de maestros que yo había tenido cuando era pequeño y me preguntaron si hacía menús.
Y aunque no era el caso, pensé: ¿por qué no?
Entré en la cocina e improvisé con lo que tenía. Me felicitaron y volvieron a la mañana siguiente para comer otra vez.
Fue entonces cuando pensé que quería seguir cocinando y empezó a forjarse en mi cabeza la idea de montar mi propio restaurante”.